Un viernes 13

Hace unos cuantos años, antes de empezar a conocerme, de buscar dentro de mí respuestas que evitaba, de pensar en las personas como individuos pero también como algo más grande y fuerte, no tenía muchas expectativas, ni me conocía. Tenía preguntas, dudas, pero se manifestaban en agresión, en silencio, en bajar la cabeza. Realmente, me encontré en muchas situaciones donde sentí vergüenza. Muchas veces me avergoncé de mí, de mis sentimientos. Sentía mucha vergüenza de decir no quiero salir a jugar a la pelota, no me gusta esa chica, no quiero que pienses por mí, no quiero que elijas por mí, no soy así, no hago eso. Tuve que luchar conmigo y con los demás, con el peso de la imagen, de las expectativas, de las risas, de la burla.
Tener voz es difícil, tenerla cuando (como en mi caso) te empezas a dar cuenta, a ver, a sentir muchas cosas desde muy chico es peor. Mi papá es un ejemplo, siempre tuve (y voy a tener) en cuenta su forma de ser. Papá es una buena persona, admiro mucho su inocencia y fortaleza, como siempre cuido a su mamá (con todos sus problemas mentales y a ultima estancia, físicos) a su manera y en la manera que lo criaron y enseñaron, a él y a muchos hombres. Su forma de ser, de actuar, está marcada de forma exagerada por las exigencias y frustraciones de su papá, el cariño (influenciado por complejo de Edipo) y demencia de su mamá; su posición política, responsabilidad, trabajo, la forma de ver el mundo, la forma de relacionarse con sus hijos, de quererlos, giran en torno a esto. Pero no se limita, tiene una bondad natural, y siempre trato de transmitirnos lo mejor que pudo. Con el paso de los años reconozco y veo su esfuerzo, su voluntad por entender mi rebeldía y aceptarla, de alguna manera.
Lucho por él también, porque es un padre ejemplar, especial, frágil pero tan fuerte que hace que me pare de un salto, y me llene de coraje y energía para afrontar cualquier cosa.
No sé hasta que punto papá influencio y/o influencia en mí. Muchas veces, desde muy chico, siento que él marco mi vida, y otras siento que en realidad lo hizo esa "ausencia" de padre (ese ideal tan exigente y perfecto que solo vive en mi mente). Lloro y rio.
Él ni piensa que yo puedo ser capaz de ver o sentir alguna de estas cosas, o por lo menos, nunca me lo deja saber. Me llenó de mucha rabia, siempre y lo sigue haciendo, pero lo amo como a nadie.
Hoy me permito esto. Me permito sentirme y verme distinto, en muchos sentidos.
Pensaba que mis papas no me prestaban atención, que tenía que ser un diez, que estaba mal sentir esas "mariposas" en la panza por un chico, que había algo malo dentro de mí cada vez que se me reían, que no podía hacer otra cosa  que no sea  lo que esperaban de mí. 
Hoy puedo ver más claro, y estoy feliz, todos los días abro los ojos, bien grandes y veo.
Hoy, todos los días, lucho; contra mí, contra los demás, contra los ideales. 
Por mis padres, por mí, por las ideas.
¿Crecí? ¿madure? ¿cambie? ¿qué es ese "cambiar"? Puedo buscar y encontrar muchos significados, puedo usar uno y aplicarlo, puedo escuchar que me digan "significa tal cosa" pero nunca voy a quedar satisfecho, y espero nunca hacerlo. 
PUEDO SER MÁS, PUEDO SER LO QUIERO. Y ESO, ESO VALIÓ LA PENA.

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