Lagrimas de sangre.

Cómo iba yo a saber que al abrir la puerta iba a estar ahí, a centímetros de mí. Vi cada detalle de su cara, cada desperfecto. Lo que en algún momento me dio agallas, hoy me las saca, con cada palabra, con cada mirada, o con el simple hecho de sentir que está ahí, y no precisamente conmigo. Tan cerca y a la vez tan lejos. Algo que me da fuerzas por momentos, algo que me hizo ser quien soy; me destruye, me sepulta en lo profundo de un océano, bajo candados sin llaves, en donde la luz no llega, solo queda brillando en mis recuerdos, en mi mente cerrada. Sus ojos ya no son los mismos, ya no brillan, porque dejaron de hacerlo desde el momento que toque su piel. No puedo dejar de culparme, otra vez, rompí lo que toque. Ahora es algo sin valor, no tiene respeto, es algo sin sentido. YA NO ES.
 Eso que me hace vivir, me hace llorar, y hasta en casos gritar, pronunciaba mi nombre, como si nunca hubiera sangrado por su falta de interés, como si nunca hubiera intentado que fuera feliz. Simplemente no puedo borrarle de mi cabeza, su nombre esta tatuado en mí, es imposible olvidar… me duele saber que la persona que me hace vivir no existe. Jugando con mi mente, sosteniéndome de cuerdas invisibles, viviendo del aire, soñando con la nada misma.
Ya no sé quién soy, no sé qué hacer, no tengo dirección. Estoy en un pozo, en donde no hay fin, pero tampoco principio. Todo está perdido; mis papas, mis amigos, el maldito colegio y Mamut, mi Mamut.
¿QUÉ VOY A HACER? ¿DONDE VOY A IR? ¿CON QUIEN? ¿A QUÉ? ¿CON QUÉ FIN? ¿PARA QUÉ? Sin vos, no existe el vivir.
Camila y Ornella. Ellas me mantienen acá. En este mundo. Mis dos razones de ser. MÁS QUE MI PROPIA VIDA.

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